Columna de Opinión: Fantasilandia, el nuevo vecino de San Bernardo

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Por: Jaime Petit-Breuilh, presidente del PPD San Bernardo.

¿Cuáles son los beneficios que traería Fantasilandia a la comuna de San Bernardo? Esta pregunta se ha vuelto central desde que el histórico parque de diversiones anunció su traslado y expansión hacia esta comuna, en un proyecto que muchos ya denominaron como la creación del “nuevo Orlando chileno”.

El nuevo recinto —que pasará de ocupar 6,7 hectáreas en su antigua ubicación a un terreno de 27 hectáreas en San Bernardo— considera una inversión cercana a los 110 millones de dólares y se ubicará en el sector de Lo Herrera.

Este anuncio ha impulsado además una presión positiva para el desarrollo de nuevas obras públicas en materia de transporte, tales como la instalación de un nuevo paradero de buses, mejoras en la conectividad vial y la discusión sobre una eventual estación de tren en Lo Herrera, lo que podría redefinir la movilidad de miles de habitantes de la comuna.

Según las proyecciones, el parque abrirá en dos etapas: primero, su parque acuático en diciembre de 2026, y posteriormente, el funcionamiento total del complejo hacia diciembre del año 2027.

En este contexto, las expectativas para San Bernardo son amplias. Se plantea que el arribo de Fantasilandia podría generar un aumento del turismo, nuevos puestos de trabajo, mayor conectividad y la creación de un espacio moderno de ocio que dinamice la vida social y económica local. Analizar estos posibles beneficios permite comprender cómo este megaproyecto podría transformar la identidad y el desarrollo futuro de la comuna.

Sin embargo, hasta la fecha no se ha conocido ningún estudio de acceso público que muestre el impacto que puede generar esta mega iniciativa privada en san bernardo ni tampoco instancias de participación ciudadana entorno a esta problemática.

La instalación del nuevo Fantasilandia en San Bernardo ha generado diversas expectativas sobre cómo podría influir en la dinámica económica, urbana y social de la comuna. Más que asegurar beneficios garantizados, los medios nacionales y actores locales han planteado una serie de posibles efectos que este megaproyecto podría producir, según lo que se ha planteado en algunos medios de comunicación que ha realizados ciertas investigaciones sobre el tema.

Uno de los efectos más mencionados en la prensa es el impacto que Fantasilandia podría tener en el turismo y la visibilidad de San Bernardo. Según The Clinic, tanto la expansión del parque como la del Buin Zoo podrían transformar la zona sur de Santiago en una especie de “nuevo Orlando chileno”, atrayendo un flujo constante de visitantes hacia la comuna.

El parque ocupará 27 hectáreas, ampliando de manera considerable las 6,7 que tenía en el Parque O’Higgins. Este aumento de escala haría posible, según medios locales, recibir a un número mayor de asistentes y sumar nuevas atracciones y espacios comerciales.

De concretarse este movimiento turístico, San Bernardo podría experimentar un mayor dinamismo económico en sectores como gastronomía, transporte, comercio y servicios; aunque la magnitud real de este impacto dependerá de otros factores que van a necesitar inversión pública, tales como accesibilidad y seguridad.

La llegada del nuevo Fantasilandia a San Bernardo se proyecta como un acontecimiento capaz de transformar la comuna en múltiples dimensiones: movilidad, turismo, empleo y oferta recreativa. Sin embargo, estas proyecciones —difundidas por autoridades, medios y la opinión pública— conviven con una paradoja evidente: mientras las expectativas son grandes, los estudios con datos concretos sobre el impacto real del parque aún no existen o no han sido publicados.

Esta tensión revela un problema de fondo. Por un lado, San Bernardo imagina un futuro dinamizado por nuevas infraestructuras, actividad económica y visibilidad nacional; por otro, la ausencia de evaluaciones técnicas impide medir con precisión si estos efectos se materializarán, en qué magnitud y bajo qué condiciones. Así, la discusión pública se sostiene más en posibilidades que en certezas.

En este escenario, la conclusión más razonable es que el proyecto abre oportunidades importantes, pero también exige prudencia, planificación y seguimiento riguroso. Solo cuando exista información sistematizada —estudios de movilidad, impacto ambiental, proyecciones económicas y análisis urbanos— será posible determinar si Fantasilandia será el motor de desarrollo que muchos esperan o un proyecto cuyo impacto fue sobreestimado. En definitiva, San Bernardo se encuentra entre la promesa y la incógnita, y su desafío es transitar ese espacio con responsabilidad y evidencia.

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