Nueva Constitución y Justicia Social hierven en la misma olla

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La marcha histórica con más de 1.200.000 chilenos en las calles de Santiago y las manifestaciones en el resto del país fueron claro ejemplo del desencanto de una sociedad cansada de los abusos, de no llegar a fin de mes con el dinero suficiente para cubrir las necesidades básicas, de tener que lidiar con las alzas de la luz, del transporte, con la concesión de las autopistas, con las bajas pensiones, con la educación… con el endeudamiento.

Y las demandas, pedidas con una cuchara de palo en una mano y la olla en la otra, tienen un factor común: la desigualdad, la mala repartija del dinero que millones de chilenos, con su esfuerzo mensual, nutren un sistema económico neoliberal que al final del día tiene boca ancha para pocos. Y negarlo no solo es desconocer los cambios sociales en marcha, sino que roza la inmoralidad.

Hoy, los chilenos se sienten “abandonados” por el Estado y denuncian “abusos” de un sistema tremendamente desigual. Según reveló el último informe Panorama Social de América Latina elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el 1% más adinerado del país acumuló en 2017 el 26,5% de la riqueza, mientras que el 50% de los hogares de menores ingresos accedió solo al 2,1% de la riqueza neta del país.

El 50% de la población activa percibe un salario de 400.000 al mes, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) , mientras que el sueldo mínimo actual es de 300.000. Y por eso no llama la atención que los vecinos se sumaran al descontento participando de los cabildos abiertos, dialogando sobre el país que desean y que, a la luz de los resultados, pasa por reformar la Constitución Política de Chile y su modelo económico.

Pero tijeretear la Carta Fundamental es un acto de voluntad que no todos están dispuestos a tener. Veamos. El Presidente Sebastián Piñera no descarta ninguna reforma estructural, la bancada de Senadores de oposición ingresó un proyecto de reforma constitucional para permitir a la ciudadanía decidir en un plebiscito si quiere una nueva Constitución. En tanto, los partidos de Chile Vamos, liderado por la Unión Demócrata Independiente (UDI), donde milita la alcaldesa de San Bernardo, Nora Cuevas, afirmaron que la prioridad no es una nueva Constitución.

Más allá de los debates sobre el gran movimiento social en curso, lo único en limpio hasta ahora es que Chile entero habló claro y fuerte. Pero mantener esa voz en alto también implicará, necesariamente, otro acto de gran y trascendental voluntad: VOTAR.

Regresar a las urnas el próximo año será una señal inequívoca de que verdaderamente los ciudadanos quieren un cambio. Llegará la hora de votar por quiénes realmente desean un Chile con más justicia social.

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