El Mercado Municipal está aletargado, somnoliento… con lenta respiración. Ubicado en la esquina de Bulnes con Covadonga, el histórico inmueble, antaño lugar de encuentro de la familia con productos frescos y diversos, vive la incomodidad del paso inexorable del tiempo y de una vida comunitaria interna compleja producto de las desavenencias entre locatarios y la administración del recinto.
Pero vamos por parte. Por un lado, quienes ocupan algunos de los 33 locales vienen pidiendo al administrador José Luis Rivera una rendición de cuentas, desean saber en qué se ocupa el dinero que pagan mensualmente para efectos de gastos comunes (aseo, ocupar bodega y baño) porque a simple vista no hay mejoras.
Por su parte, Rivera asegura que los mismos locatarios hace mucho que no cancelan los 5.000 pesos mensuales y que “en el comodato del mercado se establece que sólo los dueños deben estar en la rendición de cuentas y los arrendatarios solo participan como oyentes. Además, que cuentas voy a rendir si no cancelan. Ah, los gastos comunes alcanzan los 200.000 pesos mensuales”.
¿Dueños? Tanto locatarios como administrador aseguran que el mercado es 49% municipal y 51% privado. De hecho, 12 de los 33 locales que habitan en su interior tienen 2 dueños, pagando todos sus respectivos permisos y patentes municipales.
A simple vista la estructura del inmueble es precaria, con hoyos en el techo y una pared este que resalta por muchos vidrios quebrados. Y si bien en el ala norte se lograron cambiar las ventanas superiores para aislar el frío y el viento, muchos locales no están abiertos y es escaso el público. La invitación es más a bien a salir que quedarse.
SUCULENTAS
Jessica Camus es una artesana que lleva en el mercado 3 años luego de que la municipalidad le diera las facilidades para instalarse y ofrecer su artesanía en madera, tejido de reciclaje y plantas como cactus y suculentas. “Lo más importantes es que tengamos auspicios para nuestros productos, ya sea por radios o redes sociales. Y si bien hacemos algo a través publicidad, sigue viniendo personas que dicen que no conocen el lugar”.
“Yo veo el mercado con poco público, y me gustaría verlo más hermoso, que las personas sientan ganas de visitarlo, que tenga más locales abiertos. Y ojalá que los propietarios bajen el valor de los arriendos porque son caros”, agrega la artesana.
A su lado está Clorinda Lemonao, emprendedora que ofrece medicina natural mapuche. “Cuando empezamos acá no entraba nadie, entonces tuvimos que movernos y limpiar el lugar y hacerlo un poco mejor, más cómodo. La municipalidad nos dio permiso para instalarnos todos los días, éramos como 30 artesanas y vamos quedando ocho. Hemos salido adelante pese al poco público, pero igual se agradece el lugar. Y si bien el administrador cambió los vidrios, la realidad es que la gente no paga su mensualidad, estamos todos morosos, nadie está al día”.
ORO
Por su parte, Francisco Fredes, con 23 años en el mercado y dueño de una joyería, taller y venta de oro, precisa que “el mercado ha tenido un pequeño despegue, porque hay pescaderías y algunos restoranes, pero está claro que no es lo mismo que antaño. Es como el mal de los chilenos, a todos nos cuesta pagar la mensualidad”.
“Lo que necesitamos es apoyo de la municipalidad, que ocupan todo el segundo piso y nos nos ayudan en nada, no nos ayuda con el administrador, con cuidadores, la gente que tenemos en el baño son particulares contratados por nosotros mismos. Los empresarios grandes también debieran ayudarnos, por ejemplo, pintando y colocando su publicidad”, completa Fredes.
COMERCIO JUSTO
Más radical es la postura de Leticia Silva, integrante de la Cooperativa de Artes y Oficio “Ecolety” y que a través de la tienda “La Trama” ofrecen productos que responden a un modelo de negocio denominado comercio justo y que se basa en economía colaborativa para el bien común y vida del barrio.
“Cuando llegamos al mercado era un espacio abandonado y por esa razón pedimos estar para transformarlo en un lugar agradable, bonito, que la familia pueda disfrutarlo. Pero a costado que las autoridades se comprometan con su crecimiento, de hecho mandamos una carta a la alcaldesa haciéndole saber de las carencias del lugar y que puedan intervenirlo”, comenta.
“No sabemos cuál es el administración porque nunca ha existido transparencia. Se le ha pedido muchas veces y en todas las formas que rindan cuentas, y no ha sido posible. Dejamos de pagar los gastos comunes porque no hay un balance, una rendición de cuentas. Dicen que con los dineros se paga el aseo y se mantienen los baños, pero todos los días nosotros limpiamos el lugar. Lo que estamos pidiendo al municipio es saber cómo se eligió esta administración y si hay sueldos de por medio”, agrega.
“Ha costado mucho avanzar porque no estamos todos unidos y juntos en la idea de transformar y mejorar el mercado, que podría ser declarado patrimonio histórico. Y es necesario hacerlo para que en el futuro no sea un mall o un patio de comidas. Cada locatario hace el esfuerzo para salir adelante, pero lo que no vemos es voluntad política. Hemos pedido trabajar todos juntos para hacer de este lugar un espacio patrimonial y turístico”, asevera.
ILLAWARA
Otra opinión tiene Jessica Cárdenas, de la tienda Illawara (local 64 A), que ofrece medicina mapuche, chocolatería sin gluten ni azúcar y librería espiritual orientada a la sanación y bienestar integral.“Como locatarios estamos haciendo acciones fuertes para traer público, como por ejemplo ferias de emprendedores y tocatas. Hay mucha gente que no conoce el mercado, que con el tiempo se ha ido deteriorando, echando a perder. Pero nuestra idea es reactivar y darle un enfoque turístico-cultural”.
Respecto del régimen interno, la locataria dice que “acá se pagan gastos comunes y esos dineros debieran destinarse a mejoras. Pero acá debieran invertir las autoridades públicas y privadas, ponerse de acuerdo para inyectarle vida, mejorando los pisos y las ventanas. Este lugar se llueve y hace mucho frío en el invierno”.
“¿En el futuro? Me gustaría verlo muy conocido, con un centro cultural lleno de artesanía, arte y música, que fuera un lugar donde las personas de la comuna se reencuentren con su historia. Ojalá se arregle y que todos los locales estén abiertos, que se haga permanente en el tiempo”, opina.
TIENDITA DE SU
Susana Silva, de la Tiendita de Su, ofrece menaje y decoración, costura y reparación de ropas. Y ella cree que “el mercado está abandonado, le falta inversión, preocupación y dedicación. Llevo 5 meses acá y hemos pedido a la administración una rendición de cuentas para ver qué se hace con los dineros, y no lo hemos logrado. Me encantaría ver el mercado cono todos los locales abiertos, con un compromiso municipal, que esté limpio, porque hoy no es agradable a la vista. Hemos intentado arreglarlo un poco, pero acá los privados y la municipalidad deben unirse y tener una idea común para darle la vida que merece”.