La pandemia desafinó todos los instrumentos

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“El 18 de marzo se paralizó todo y debimos cerrar, no hay ensayos ni grabaciones, tampoco producciones audiovisuales y musicales. Somos 4 personas las que estamos resistiendo”. Esta cruda realidad fue narrada a El Amanecer de Lo Herrera por Alvaro Olmos, dueño del estudio musical “Estudio Fuzz”, y que refleja como este rubro sanbernardino ha sufrido los estragos de pandemia y cuarentena del Coronavirus.

“Tuvimos que cerrar las puertas y llevarnos todo a nuestras casas porque ha habido intentos de robo, y de esto vivimos 4 personas. En mi caso, hoy no comemos lo de antes, hay restricciones, hay que buscar lo más barato y juntar las ‘chauchas’ porque todo sirve”, detalla Olmos, quien ha resistido con ingresos por sus clases particulares de batería, su pasión.

Alvaro Olmos debió cerrar su estudio de grabación.

“Y no calificamos para ningún beneficio, porque somos muy ‘ricos’ para la ficha social y tampoco podemos acceder a créditos blandos, así que nos toca aguantar. Y nos apoyamos entre todos para que ha nadie le falte un plato de comida, compartimos mercadería y estamos siempre en contacto como equipo”, agrega.

“Estudio Fuzz”, precisa el músico, tiene gran infraestructura para grabar y desarrollar discos, “y si bien hablamos de que todo debe pasar y volver a lo nuestro, también sabemos que debemos salir a buscar a los clientes cuando todo pase, pero esto es para largo”.

LUTHIER

La realidad de Alvaro Olmos no es muy distinta a la de Patricio Lagos, dueño de “Lagos Guitar Tech”. Guitarrista y luthier (ajusta o repara instrumentos), el emprendedor musical comenta que “en marzo hablábamos de que venía dura la pandemia, y dicho y hecho. Dejamos de tocar en vivo con mi pareja, que se llama Kella Stambuk, y echamos de menos hacerlo. Y mientras esperamos con fe que todo se solucione, por lo menos grabamos y componemos en nuestra casa para otros artistas”.

En el aspecto económico, sostiene Lagos, hemos sufrido harto pero agradezco que no nos falta nada. Estamos viviendo el día a día eso sí, pero el golpe ha sido muy fuerte. Pero hay satisfacciones igual porque hemos podido asistir a otras personas con ayudas sociales”.

Patricio Lagos y Kella Stambuk.

CLASES DE ACORDEÓN SUSPENDIDAS

Otro instrumento que ha sufrido en San Bernardo con esta pandemia es el acordeón, y así lo narra Ignacio Hernández, director del Conservatorio Nacional de Acordeón. Ubicada en San Alfonso con Barros Arana hace 10 años, la academia “debió bajar la cortina en marzo y ha sido complicado más allá de poder hacer algunas clases en línea, pero no es lo mismo. Los alumnos debieron congelar sus estudios, debimos reducir los sueldos del personal y congelar el pago de créditos, así que no podemos avanzar. Incluso, invertimos en una ampliación poco antes de partir la pandemia y cuarentena, y debimos echar mano a los ahorros para terminarla”.

Ignacio Hernández, director del Conservatorio Nacional de Acordeón

Y QUE PASA EN YUNGAY

La crisis también se instaló en el barrio Yungay, especifícamente en el estudio “Espacio EY”, de propiedad de Gustavo Quezada. “Desde marzo todo ha sido dramático ya que no poder contar con los recursos económicos es difícil. Este tiempo sólo me las he arreglado con mi profesión de ingeniero eléctrico, haciendo clases en la Universida de Santiago de Chile (Usach)”.

“Me llaman muchas personas preguntándome cuando abrimos, porque acá también se pueden comprar instrumentos. Sin embargo, no podemos todavía así que estoy endudándome, porque inicié una ampliación cuando partió la crisis. Estamos mal, porque la ayuda a la cultura tampoco llega como debiese. Aún la cultura no tiene el respeto que merece”, completó el director de “Espacio EY”.

Gustavo Quezada en su estudio “Espacio EY”.

DELH

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