Si tuviéramos que explicar la agonía que enfrenta hoy la señera línea 5050 de colectivos San Bernardo-Mapocho-Alameda por la crisis sanitaria del Coronavirus, diríamos que tiene fiebre, tos seca, cansancio, dificultad para respirar (disnea), escalofríos, dolor muscular, abundante secreción nasal, dolor de garganta, de cabeza, gastroenteritis y vómitos. En resumen, su examen PCR es positivo y debe conectarse a un respirador artificial para aferrarse a la vida. Esta analogía, por muy cruda que parezca, refleja la situación que vive hoy este servicio de locomoción colectiva que por 50 años ha dado traslado directo al centro de Santiago.
Las cuarentenas decretadas por la autoridad, en palabras de su presidente Guido Jaramillo, han minado en lo más profundo el trabajo de los 67 socios. “Acá nadie nos ha venido a ver, ni menos preguntar cómo estamos. Nos estamos quedando sin pasajeros y por ende sin recursos, vivimos del dinero que ganamos en el día y resulta difícil sostenerse cuando nos vamos a Santiago con un solo pasajero, y la situación no cambia mucho cuando regresamos”, precisó. A lo que se refiere es que hoy un conductor no hace más de 10.000 mil pesos diarios, debiendo descontarle el combustible.
Y el drama de este gremio sanbernardino se acrecienta con el tema de la Autopista Central, “con quienes tenemos un convenio que nos permite cancelar por vehículo un valor de 100 mil pesos mensuales, ocupemos o no la vía. Y si bien ellos están dispuestos a suspender el acuerdo por estos meses críticos, deberíamos pagar los pórticos en forma normal y eso es más caro, por lo que nos queda ocupar la caletera, con los tacos, demoras y gasto de combustible que conlleva”, agregó Jaramillo.
El futuro de la línea 5050 San Bernardo-Mapocho-Alameda sumará mañana otro capítulo, que será desplazarse en compañía de otros recorridos complicados hasta el Palacio de La Moneda para entregar una carta al Presidente de la República, Sebastián Piñera, o la Ministra de Transportes y Telecomunicaciones, Gloria Hutt, para solicitar ayuda económica a través de un bono.
“Cuando estaba el Transantiago recién implementado, generando caos y problemas a la ciudadanía, nos decían que éramos ‘locomoción menor que salva al Transantiago’, pero hoy las autoridades están preocupadas de grandes y modernas máquinas, y no de nosotros. Hoy no tenemos dinero ni para pagar agua, luz ni electricidad de nuestro paradero. No tenemos ayuda de nadie, y ni hablar de las autoridades locales”, completó el dirigente, quien liderará mañana la caravana desde la esquina de Nogales con Freire, a partir de las 9 horas.
DELH
